Editorial / Dos golpes para Milei

Como ya es costumbre entre las voces del Gobierno, a las críticas que duelen les responden sin aegumentos: es decir con mentiras y/o adjetivos, sin explicación alguna. Así ganó la elección Javier Milei en un mano a mano en el debate con el candidato peronista Sergio Massa. Cuando Massa planteaba una pregunta y argumentaba, Milei hacía gestos, pedía que dejara de mentir o simplemente balbuceaba, negaba o asentía con ironía o desprecio. Ni una idea argumentada. Fue suficiente para una sociedad cansada de promesas y con ganas de estallar.

Esta semana, la marcha en favor de la universidad y la educación públicas rompió todo lo previsto. Fue masiva y tan imposible de ocultar por el ejercito de trolls insultadores oficialistas que se vió reflejada en las portadas y portales de los principales medios del mundo entero. Y recorrió el mundo con la condena por las medidas del Nerón criollo, llamado Javier Milei.

La diputada nacional Lilia Lemoine, famosa como influencer en redes sociales –único territorio donde parece que sabe moverse- intentó un lamentable paso de comedia como respuesta: “a los estudiantes les asignaban puntos extra en los exámenes si asistían a la marcha”. Evidentemente la diputada no tiene idea de como funciona una universidad pública.

Y el Presidente tuiteó sobre la marcha “una causa noble para defender oscuros intereses”. Otra vez sin datos, acusando y sin explicaciones, atizando teorías conspirativas.

Cristina Fernández durante el acto de este sábado en Quilmes, en su reaparición pública desde la llegada al poder de Milei, acusó de “anarco colonialismo” en lugar de “anarco capitalismo” al proyecto de la troupe encaramada en la Casa Rosada. “La gente se caga de hambre por el modelo que ustedes defendieron durante décadas”, tuiteó presuroso Milei. Otra vez la respuesta vacía, más propia de un chico caprichoso que de un mandatario responsable de la cosa pública en un país.

Tanto la marcha universitaria como el discurso de CFK son los primeros golpes de una sociedad y oposición que empiezan a despertarse tras el letargo de un triunfo electoral insólito. Milei sabe que marcó los puntos más oscuros de algunas políticas públicas del peronismo de los últimos veinte años y un sector amplio de la sociedad lo reconoció. No está claro que esa misma sociedad acepte destrozar al Estado por los casos de corrupción señalados por el nuevo Presidente. Es una disputa que recién empieza aunque el daño provocado por los habitantes de la Rosada y sus festejantes en redes sociales ya está hecho. Habrá que ver si se puede frenar la escalada de más daño.

La próxima semana será clave para el debate parlamentario de la devaluada Ley de Bases que pasó el filtro de las comisiones con la batuta de José Luis Espert, otro personaje de vodeville en esta historia. Y la siguiente semana, concretamente el jueves 9 de mayo será la tercera muestra de poder opositor con la convocatoria de la CGT a un paro y movilización. A diferencia de los universitarios y CFK, la CGT arrastra una larga y penosa historia de agachadas en los últimos años. Para el 9M falta un siglo, digamos. La sociedad se plantó el miércoles con el reclamo universitario y CFK volvió al ruedo, pese a su cuota de responsabilidad en el desembarco de Milei en la Rosada. Es probable que empiece otra historia.

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