El fuego necesario / FUERA DEL TARRO

(Foto archivo de PREGUNTAS)
El fuego borra toda huella… (Foto archivo de PREGUNTAS)

 

Bomberos, policías y periodistas integraban el elenco inicial que irrumpió en las pantallas para golpear a la indignación y la perversión de los espectadores. Primeros planos con llantos y gritos elevaron el rating de los noticieros y las transmisiones en vivo. Para todos, el día estaba justificado.

El fuego dejó varios muertos, documentos convertidos en cenizas y un rosario de promesas oficiales de investigar. Los jefes de prensa y relaciones públicas sabían del tiempo necesario e inevitable para dejar correr lágrimas y notas lastimeras en los diarios, revistas y especialmente la televisión.  Se venía el clima de campaña electoral y la empresa no iba a perjudicar al funcionario con aspiraciones presidenciales: si llegaba, harían grandes negocios. Pero hoy, ahora, el fuego era necesario.

Durante dos semanas la televisión no paró de mostrar imágenes y dejó flotando la sospecha. Fue entonces cuando los jefes de prensa entraron en acción y todo volvió a la normalidad lentamente. Nadie ponía en duda el dolor por esas muertes valerosas entre las llamas. “Pero la vida sigue y los negocios no pueden detenerse”, le dijo al tipo uno de los gerentes con una sonrisa ensayada entre el dolor, la compunción y la rutina. Ahí empezó la segunda parte.

El tipo era exitoso pero no estaba en el top de los cuervos mediáticos. Había representado a un militar, a dos funcionarios acusados de corrupción, un par de empresas en litigios dudosos con el Estado y algunas causas particulares que de refilón fueron el comentario de operadores de la city. También ahora se había indignado con los cuerpos calcinados pero sabía como funcionaba ese mundo de operaciones y empresas multinacionales.

Alguien lo contactó y aceptó pelear por los muertos. De ese triángulo podía salir algo bueno: multinacional, Estado y víctimas, cóctel apto para ganar exposición, único valor central en tiempos de posmodernidad. Hicieron una vaquita, fue a la televisión como un justiciero, presentó recursos, habló a calzón quitado con familiares, funcionarios, empresarios y jueces.

Con los meses, la campaña electoral concentró todas las miradas y pocos recordaban aquel fuego necesario. Eran quienes lo apagaban con lágrimas de memoria mientras proyectaban la caravana doliente al cementerio de la ciudad. El funcionario obtuvo su premio y el gerente de sonrisa ensayada festejó. El tipo se dio cuenta de la importancia de su labor en medio de la obra farsesca, de la tragedia.

Cada semana se reunía  con las familias que lloraban hasta que comprendieron que el dolor de la muerte tiene un precio y algunas ya empezaron a pelear por eso, por un precio. El tipo insistía con papeles, visitas, recursos, pedidos a los fiscales, todo con tono indignado e improperios ensayados contra la multinacional. Cuando la justicia funciona así hay que resignarse y encontrar el hueco por donde ganar. Cada mes recibía el sobre con su cheque convenientemente disfrazado.

(Creación literaria / Cuentos de PREGUNTAS)

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